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sábado, 26 de noviembre de 2016

TERAPIA PSICOLÓGICA INFANTIL

La clave: entender a tu hijo



La infancia es un periodo de innumerables encuentros y aprendizajes que van conformando nuestra manera de ser y de estar en el mundo. Por otro lado, esta etapa de la vida no está exenta de sufrimiento y malestar. Sabemos que el tránsito que el niño haga por la infancia, será determinante para su edad adulta.

Es un período de la vida de constante evolución y crecimiento, en el que aparecen, inevitablemente, dificultades, estancamientos y, a veces, incluso, regresiones.
¿Te preocupa que tu hijo pueda tener alguna dificultad en su aprendizaje o en su desarrollo?
¿Estás teniendo problemas para entender lo que tu hijo está pasando?
¿Estás buscando estrategias específicas para ayudar a que tu hijo se desarrolle?
Muchas veces los niños tienen comportamientos que los padres no entienden y por eso es recomendable recurrir a la Psicología Infantil.
La clave: entender a tu hijo
Entendemos que el estrés emocional que un padre experimenta cuando un niño tiene dificultades puede ser agotador y puede afectar a la familia. Sin embargo, muchos padres se sienten responsables, desesperanzados o avergonzados cuando su niño está teniendo problemas.
Buscar ayuda de un psicólogo no significa que hayas fracasado como padre. Más bien significa que reconoces que tu hijo necesita algo de ayuda. Tú eres el mejor experto en tu hijo y sabes cuándo algo no está funcionando. Juntos podemos desarrollar un plan para ayudar a que tu hijo tenga éxito.
Cuando los comportamientos generan dificultades, conflictos o malestar es recomendable la asistencia a un psicólogo especializado en conductas infantiles.




Fase diagnóstico
El psicólogo entrevistará a los padres, construyendo conjuntamente la historia de vida del niño. En este proceso se va entendiendo la personalidad del niño y se sientan las bases para ir buscando la solución a lo que le pasa. Del mismo modo, definiremos, también, la problemática a tratar y motivo de consulta.
Paralelamente, el psicólogo observará el comportamiento del hijo a través de los juegos y el dibujo. Esta es la manera como los niños explican qué les pasa. El uso de tests para evaluar la personalidad o el estado de desarrollo del niño también es frecuente. Si es necesario, también nos ponemos en contacto con el colegio o el tutor/a del niño. Todo ello se decide en función del motivo de consulta. Este proceso puede llevar algunas sesiones, y es lo que se conoce como fase diagnóstica.
Terapia psicológica
A partir de aquí, el psicólogo podrá definir el diagnóstico y este es el punto de partida de la terapia psicológica. En ese momento se definirán la frecuencia de las sesiones y el tiempo de tratamiento que se estima como necesario.
Con el inicio del tratamiento, el niño encuentra en el terapeuta una persona externa que le anima a hablar de lo que le pasa, y cuando ver baliza el sufrimiento el niño supera parte de sus dificultades.
Pequeños gestos de los padres en la manera de tratar al niño llevan a grandes cambios en su conducta.
Cómo saber si tu hijo necesita Psicología Infantil
A continuación, expongo una serie de signos que si persisten durante mucho tiempo podrían indicar que la familia podría necesitar tratamiento.
En niños/as hasta los 6 años:
·         Llora excesivamente.
·         Dificultades con el sueño o pesadillas repetitivas.
·         Miedos o preocupaciones excesivas, ansiedad.
·         Problemas de conducta en la escuela.
·         Pega, da patadas o muerde a menudo a los compañeros.
·         Desobediencia, agresividad y comportamiento provocador con los adultos.
·         Pataletas por cualquier cosa.
·         Hiperactividad sin finalidad (mueve pies, se retuerce en el asiento, juega con el lápiz…) más marcada que los niños de su edad.
·         Se arriesga de forma persistente.
·         Dificultades excesivas en separarse de los padres.

En niños de 6 a 12 años:
·         Tristeza, se aísla.
·         Explosiones de rabia frecuentes.
·         Conducta auto destructiva (se hace daño o realiza cosas peligrosas).
·         Cambios en los hábitos del sueño y de la comida (por exceso o por defecto).
·         Dificultades en el control de esfínteres.
·         Pérdida de peso sin explicación médica.
·         Quejas continuas de dolores físicos (dolor de barriga, cabeza…).
·         Dificultades para hacer amigos o mantenerlos.
·         Bajada en el rendimiento académico.
·         Se agobia con los problemas cotidianos.
·         Hiperactividad sin finalidad (mueve pies, se retuerce en el asiento, juega con el lápiz…) más marcada que en chicos/as de su edad.
·         Se arriesga de forma persistente.
·         Desobediente, agresivo y provocador con adultos.
·         Hurtos, juega con fuego, amenaza con irse de casa.
·         Pataletas por cualquier cosa.
·         Mentiras frecuentes. 

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LA PSICOLOGÍA INFANTIL COMO TRATAR.

LA PSICOLOGÍA INFANTIL.




QUE ES:
La psicología infantil se encarga del estudio del comportamiento del niño, desde su nacimiento hasta su adolescencia. De esta forma, esta rama de la psicología se centra en el desarrollo físico, motor, cognitivo, perceptivo, afectivo y social. Así es como los psicólogos infantiles llevan adelante métodos 
para prever y resolver los problemas en la salud mental de los niños.
La psicología infantil atiende dos variables que pueden incidir en el desarrollo del niño: el factor ambiental, como la influencia de sus padres o de sus amigos, y el factor biológico, determinado por la genética.
Una de las cuestiones fundamentales que se intenta transmitir a través de la citada psicología infantil es también la necesidad de que los padres reaccionen y sepan cuando acudir a la misma para poder ponerle solución al problema que tiene su hijo, sea del tipo que sea. En este sentido, se establece que hay una serie de parámetros que son los que le pueden indicar al padre o a la madre que ha llegado el momento de solicitar la ayuda de especialistas.




1- OBJETIVO: Enseñar al niño que efectuando las peticiones de forma inadecuada (rabietas, lloros, etc.) no va a conseguir nada.

2- MÉTODO: Si retiramos la atención que prestamos al niño (refuerzo positivo) inmediatamente después de la aparición de las respuestas inadecuadas, éstas tenderán a desaparecer.

3-FORMA: ¿Cómo hay que hacerlo?

Cuando aparezcan las conductas inapropiadas actuar de la siguiente manera:

1- Retirar la atención inmediatamente.
Evite el contacto ocular o la emisión de cualquier recriminación, palabra o gesto. Haga como si la conducta no estuviera ocurriendo (salvo en las conductas mencionadas anteriormente que pudieran suponer peligro para el niño u otros). Si sucede en casa puede volverse de espaldas o salir de la habitación o estancia donde se encuentre. En situaciones fuera de la casa, dependiendo del lugar, deberemos adaptarnos a las circunstancias. La regla general es mantenernos a cierta distancia sin prestar atención, pero esto dependerá si estamos en un lugar abierto con peligro potencial para el niño (circulación de coches, paso de muchas personas, etc.) o si nos encontramos en un lugar cerrado (tienda, supermercado, etc...). Si la rabieta tiene lugar en un sitio público donde no puede separarse físicamente de su hijo, permanezca a su lado pero siga retirándole la atención como se ha mencionado antes (retirada contacto ocular, sin gesticular, sin hablar).

En niños pequeños, si hay peligro de que se escape y está en vías públicas puede ser necesario retenerlo físicamente. En estos casos, si opta por retenerlo, concéntrese sólo en ejercer la fuerza necesaria para evitar su huida pero mantenga (aunque entiendo que es una situación comprometida) toda la tranquilidad posible, es importante que el niño no vea al adulto alterado emocionalmente, debemos transmitirle una sensación de que tenemos el control de la situación y que con su actitud no va a conseguir nada. Siga sin dirigirle palabra y espere a que la situación se calme. Diríjale toda la atención cuando el niño se tranquilice.

Una vez calmado puede entonces intentar explicarle (si el niño tiene suficiente capacidad de comprensión verbal), y sin recriminaciones, lo que ha sucedido en tono calmado.
La idea no es transmitirle: "Te has portado mal, te desprecio y paso de ti", sino: "Puedes conseguir algunas cosas si lo pides de otra forma".



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PSICOLOGÍA PARA CUIDADORES DEPENDIENTES

BIENVENIDOS, AL SITIO OFICIAL DE LA PSICOLOGÍA PARA CUIDADORES DEPENDIENTES.




Un cuidador debe estar a cargo de su propia vida y de la del enfermo. El Síndrome del Cuidador es una patología cuyos efectos pueden impedir a la persona seguir realizando sus labores al servicio de un enfermo. Es lo que se llama “Cuando atender enfermos, enferma”.
Cuando hablamos de enfermedad, lo primero que se piensa es en las “personas enfermas”. Sin embargo, los especialistas aconsejan no olvidar a todos aquellos que dedican una parte muy importante de su tiempo a cuidarlas. Ellos son los encargados de las necesidades básicas y psico-sociales del enfermo y pueden sufrir “una serie de problemas físicos, mentales, socio-económicos y la alteración de su capacidad para atender a su asistido a causa de esta labor, definiendo la sobrecarga”.
¿QUÉ OCURRE CON EL CUIDADOR?
Conforme el tiempo va pasando el cuidador poco a poco:
  • Va asumiendo una gran carga física y psíquica,
  • Se responsabiliza por completo de la vida del afectado (medicación, visitas médicas, cuidados, higiene, alimentación, etc.),
  • Va perdiendo paulatinamente su independencia ya que el enfermo cada vez le absorbe más
  • Se desatiende a sí mismo: No toma el tiempo libre necesario para su ocio, abandona sus aficiones, no sale con sus amistades, etc. y acaba paralizando, durante largos años, su proyecto vital.
  • Y es que “el tiempo no lo cura todo”… Conforme pasa el tiempo, la calidad de vida del afectado va mejorando considerablemente, mientras que la del cuidador va decayendo.
PRINCIPALES SÍNTOMAS DE ALERTA DEL SÍNDROME DEL CUIDADOR
Los principales síntomas de alarma que nos deben hacer sospechar la existencia del Síndrome del Cuidador son:
  • Agotamiento físico y mental
  • Labilidad emocional: cambios de humor repentinos
  • Depresión y Ansiedad
  • Conductas de consumo abusivas: tabaco, alcohol
  • Trastorno del sueño
  • Alteraciones del apetito y del peso
  • Aislamiento social
  • Dificultades cognitivas: problemas de memoria, atención
  • Problemas laborales
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